Cuando escuchamos la frase “sentido de vida”, es muy común que pensemos en grande, enorme, fuera de nuestro alcance, planes irreales basados en la fantasía que hemos creado en nuestra mente y que pensamos que ese es nuestro sentido de vida.
Y cuando esto sucede, nos encontramos frustrados y sin muchas ganas de seguir luchando por encontrarlo, pero ¡hey!, te tengo una buena noticia, no es que no seas lo suficientemente capaz para lograr lo que te propongas, lo que pasa es que le estás apuntando a la estrella equivocada.
El sentido de vida, el verdadero sentido de vida, está dentro de ti y es mucho más sencillo de encontrar de lo que te imaginas. Este sentido de vida del que te estamos hablando, Erich Fromm y yo, para ti lector, no es más que el acto de vivir en uno mismo.
¡Voilá!, así de sencillo, ¿ves? es la manera en cómo experimentamos el día a día, cada momento que vivimos moldea el propósito de nuestra completa existencia. Es muy probable que la primera vez que escuchaste sobre el sentido de vida, lo hayas hecho a través del libro de Viktor Frankl, en el que relata la manera en que logró sobrevivir a no uno, sino varios campos de concentración de la Alemania Nazi.
Si fue así, es muy probable que entonces, te hayas comenzado a cuestionar mucho más sobre tu rol en el mundo, y si cometiste el mismo error que muchos de nosotros, te comparaste con Viktor. Mala idea, dejame te digo, porque no hay manera en que ganes esa contienda.
Lo que es muy importante rescatar sobre la experiencia y reflexión de Frankl es que no importa la circunstancia en la que te encuentres, siempre hay una razón para vivir y es sumamente común que no tenga nada que ver con nuestras expectativas de la vida, sino con lo que nosotros tenemos por ofrecerle a la vida.
En otras palabras, lo que te trato de decir, es que el sentido de vida es simplemente un motivo de reflexión constante, que te acompaña y debe de hacerlo, todo el tiempo. Es la manera en la que te mantienes consciente, presente y conectado, no solo con los demás, sino contigo mismo y esa conexión es la que más importa.
El sentido de vida debe de ser entendido como una razón de ser o una orientación con un fin determinado, y la verdad, es que es una constante de diferentes cuestionamientos y que debe de ser atendido y analizado desde diferentes contextos. Esto es, que tu sentido de vida cambia conforme tu vas cambiando y eso solo se logra cuando cuestionamos, analizamos, modificamos y empezamos de nuevo.
Para poder construir tu sentido de vida, debes de comenzar a determinar objetivos claros sobre lo que quieres lograr, y que de cierta manera, te permita llegar paso a paso a una existencia plena.
Estos objetivos, no son simplemente deseos a alcanzar, son un compromiso afectivo contigo mismo que únicamente lograrás a través del autodescubrimiento; ya que tu sentido debe ser descubierto y no inventado o autoimpuesto. Es importante recordar, que encontrar tu sentido de vida es un proceso individual y que solo aplica para ti. Solo tu lo puedes descubrir por ti y para ti; y éste solamente tendrá sentido en tus ojos.
Tu sentido de vida, es tu respuesta a para qué estás en este mundo.
Daniela Zarazúa V.