Salud física y salud mental: pareja inseparable
Cuando piensas que alguien está saludable porque no padece alguna enfermedad infecciosa como una gripe, algo crónico como cáncer o diabetes o porque no sufre algún tipo de dolor en el cuerpo, estás viendo sólo un lado del inmenso engranaje de lo que es la salud y el bienestar.
En la actualidad, aunque muchas personas siguen teniendo esa concepción de la salud, los avances en ciencia e investigación de diferentes áreas nos han ayudado a comprender la salud de una manera más integral. Es así como la Organización Mundial de la Salud, ya en 1947 definió a la salud como un “estado completo de bienestar físico, mental y social, y no sólo la ausencia de afecciones o enfermedades”.
Estos tres componentes forman un engranaje vital donde si falla uno de los componentes afecta a los otros y es en los últimos años, sobre todo, donde se empieza a ver mayor evidencia de cómo la salud física y la salud mental se influyen mutuamente.
El “cómo sentimos”, “cómo pensamos” y “cómo actuamos” que conforman el aspecto mental (o psicológico), determinan nuestra salud mental e influyen en nuestra salud y bienestar físico. Por ejemplo, existen estudios que han visto cómo el pesimismo u optimismo se relacionan con mejores indicadores de salud física. O que una persona con depresión tiende a tener peores hábitos alimenticios, lo que puede repercutir en su bienestar físico. Pero no sólo eso, también se sabe que una mejor alimentación mejora la síntomatología depresiva. O que cualquier enfermedad, incluso lesiones, pueden empeorar si existe depresión o ansiedad.
Sin embargo, es necesario recordar, que la salud mental también va más allá de la inexistencia o existencia de trastornos mentales graves o psiquiátricos. Una persona con bienestar mental, emocional o psicológico es una persona que puede afrontar las tensiones y conflictos normales y cotidianos de su vida, trabajar de manera productiva y fructífera, contribuir a su comunidad, adaptarse a los cambios que se presentan y disfrutar de su vida. En pocas palabras, pensar en la salud mental es pensar en el equilibrio psicológico de las personas, además de ser el fundamento del bienestar individual y social.
La salud mental afecta la salud física, pero también está determinada por múltiples variables sociales, psicológicas y biológicas. Factores como la situación laboral y económica, la pobreza, el nivel educativo, los cambios sociales, la discriminación, los estilos de vida, las relaciones sociales e interpersonales, la familia, la personalidad, la regulación emocional, la alimentación, los factores genéticos o desequilibrios bioquímicos, entre otros, pueden afectar el equilibrio psicológico.
En los últimos años se ha observado que los problemas de salud y bienestar mental han aumentado, por lo que le considera un auténtico desafío dentro de la sanidad pública mundial para los próximos años. Por lo tanto, promover, proteger y restablecer la salud mental se ha vuelto, además de un tema de moda, una preocupación vital de las sociedades actuales siendo central en el debate y acciones de la agenda pública. Incluso, cada 10 de octubre se celebra el Día Mundial de la Salud Mental.
Para finalizar, hablar de salud psicológica va más allá de hablar de locura o padecer algún trastorno mental grave y tampoco implica que una persona saludable mentalmente está feliz todo el tiempo, pero sí que logra manejar y adaptarse a los desafíos de su vida y disfrutar de ella. Además, la salud mental y la salud física se retroalimentan y contribuyen a alcanzar la salud y bienestar general, ya que el sistema nervioso junto con los factores psicológicos y los sistemas endocrino e inmune están íntimamente relacionados. Tanto es así que ¡sin salud mental no hay salud!.
Ana Rocío Vázquez Taboada
Psicóloga por la UDLAP en México
Magister en Psicología de la Salud por la PUC de Chile