Te sientes agotado, frustrado y te has dado cuenta de que últimamente estás distante, frío y poco disponible emocionalmente. Sientes que tu vida se ha convertido en una escena de circo, donde eres el payaso al centro de la pista con una sonrisa dibujada en el rostro, pero que no es más que simple maquillaje, porque en realidad por dentro no estás feliz, sino todo lo contrario.
Tu acto consiste en malabarear trabajo, pareja, hijos, actividades del hogar, clases extracurriculares, y todo lo demás que vaya surgiendo a lo largo del camino.
Constantemente te preguntas qué está pasando, si antes eras el mejor malabarista que había, y ahora no tienes la capacidad de hacer lo que para ti era segunda naturaleza.
Lo que pasa, y de lo que no te has dado cuenta aún, es que comenzaste a jugar con muchos más elementos de los que tienes la capacidad de mantener en equilibrio.
Sabes que algo está pasando, y la gente a tu alrededor no entiende qué pasa, si solías ser tan bueno, porqué ahora estás dejando caer las cosas, y eso, solo hace que te sientas peor.
Pero sigues sin entender qué está pasando.
El burnout es un síndrome psicológico relativamente nuevo, que surge como resultado ante una exposición prolongada a estresores interpersonales crónicos; afectando la vida personal, laboral y social del individuo.
Existen tres indicadores clave del burnout que nos pueden ayudar a identificarlo, que son cansancio crónico, sentimientos de cinismo y desapego y sensaciones de ineficiencia y falta de logros.
Un elevado porcentaje de la población mundial son padres, por lo que la crianza es una gran experiencia en la vida de miles de personas, no dejemos de lado que la actividad parental (parenting), también puede ser estresante y más aún cuando madres o padres no cuentan con los recursos necesarios para manejar los distintos factores estresantes que están relacionados con la crianza, facilitando el desarrollo del burnout parental.
El burnout está relacionado con la deshumanización del otro como mecanismo de defensa, sin embargo, cuando esta situación se vive dentro de las premisas de un hogar, es casi imposible que un padre o madre pueda ver a sus hijos como objetos. Es por ello que se ha observado que los padres, tienden a desconectarse emocionalmente en lugar de físicamente de sus hijos, no dejan de proveer o brindar atención práctica en el proceso de crianza, pero sin involucrarse emocionalmente, siendo menos sensibles con sus hijos.
Para padres y madres que sufren de burnout parental, el trabajo fuera de casa se convierte en un lugar seguro, por tanto, se concluye que el agotamiento es un síndrome específico del contexto. Dicho síndrome, está determinado por tres factores: los rasgos del padre, el funcionamiento de la paternidad y el funcionamiento familiar.
Entre los síntomas cotidianos del burnout, se pueden encontrar dolores musculares y de cabeza recurrentes, trastorno del sueño, así como gastrointestinales, ansiedad, aislamiento tanto físico como afectivo, sensaciones de fracaso, frustración, desgano y ganas de llorar.
Los padres, son los principales responsables del cuidado y educación de los hijos. Dentro de las actividades básicas como el vestido y la alimentación también se tiene que llevar a cabo la educación emocional, para ayudarles a comprender y gestionar sus propias emociones y así saber reaccionar e interactuar con las emociones del otro. Y la mejor manera de hacerlo, es a través del ejemplo.
Cuando el padre, pierde el control de sus emociones y se encuentra en un momento de saturación, tiene a evitar que sus hijos noten su dolor, frustración o molestia. Esto únicamente genera que el padre se aleje física y emocionalmente de sus hijos. De esta manera, lo que los hijos observan y aprenden es a contener sus emociones.
Pero, cuando las emociones se reprimen, estas no desaparecen sino que se viven de manera interna, llevándonos al sufrimiento. Es por ello, que permitirnos sentir y vivir nuestras emociones frente a nuestros hijos, es la mejor herramienta para enseñarles empatía hacia los demás, dejarles ver que los adultos también pasan por momentos difíciles es ejemplo de cómo ayudar y acompañar al otro.
Las emociones que se viven acompañado, nos ayudan a conectar con los demás y a fortalecer vínculos entre seres queridos.
Una herramienta para evitar el burnout parental, es permitirte sentir y mostrar tus emociones en casa, en compañía de tu familia. De esta manera, le enseñas a tus hijos de manera práctica a conocer, reconocer y gestionar las propias emociones.
Cuando logramos hacer esto y establecer un vínculo afectivo de solidaridad y apoyo, la carga emocional del trabajo familiar, se reparte entre todos los miembros de la familia, liberando la presión que estaba recargada solo en los hombros de un miembro de la misma.